Avatar: Frontiers of Pandora tiene como protagonista a alguien dividido entre dos identidades. Por un lado, es un auténtico Na’vi, descendiente de una raza de pacíficos habitantes del bosque. Lamentablemente, su orgullosa herencia se ve complicada por haber sido secuestrado por humanos cuando era niño y arrojado a un programa militar experimental. Todo esto genera una crisis personal cuando logra escapar de sus captores, la RDA, y regresar al hermoso mundo de Pandora. ¿Podrá readaptarse?

Quizás sea apropiado que la nueva aventura de mundo abierto de Ubisoft refleje esa misma confusión en su diseño. Por un lado, es un viaje reflexivo de los Na’vi, donde los jugadores aprenden a vivir en armonía con el mundo natural. Y en dónde sus mejores momentos se asemejan a un juego de supervivencia pacífico en el cual la idea principal es la de sobre vivir cuidadosamente de la tierra. Por supuesto, la paz no hace de una película algo emocionante, así que Frontiers of Pandora es también un bullicioso shooter en primera persona lleno de disparos y explosiones estridentes. En ese sentido, son dos mitades tan distantes que la unión entre ellas no es la experiencia más sutil del mundo.

Avatar: Frontiers of Pandora intenta tenerlo todo. Quiere respetar la visión cinematográfica de James Cameron al adaptar la cultura Na’vi a un medio interactivo, pero también incluir todos los clichés de acción de una experiencia de mundo abierto. Para ser una historia sobre una raza que solo toma lo que necesita de la naturaleza, Frontiers of Pandora parece obsesionarse con el exceso.

Luego de muchos años, Frontiers of Pandora adapta las películas de Avatar a un videojuego desde el mal recibido Avatar: The Game de 2009. El título actual es un proyecto mucho más grande que aprovecha la experiencia del estudio Massive Entertainment, conocido por Tom Clancy’s The Division. El desarrollador argumenta convincentemente por qué Avatar encaja perfectamente en el marco de mundo abierto de Ubisoft. Creación, cocina, recolección de materiales, trueque con vendedores, construcción de reputación con facciones, rastreo de senderos utilizando un sentido especial; todas estas son características estándar del género que realmente parecen actividades propias del pueblo Na’vi.

Aunque son fórmulas predecibles, Massive considera cuidadosamente cómo ajustar algunas de esas ideas para que encajen con la ética de la raza. Al recoger frutas de un árbol, los jugadores no simplemente presionan un botón rápidamente y devoran la mayor cantidad posible. En cambio, realizan un rápido minijuego donde deben recolectar el recurso con cuidado para asegurarse de que nada se desperdicie. Los Na’vi creen que su planeta es sagrado y Massive se esfuerza al máximo para asegurarse de respetarlo.

Esa filosofía funciona bastante bien gracias a la misma Pandora, que es un logro para el género de mundo abierto. El vasto planeta está detallado de manera intrincada, cargado de flora vibrante que decora cada rincón de la tierra. Es un mapa extenso lleno de espacios verticales multicapas, cuevas profundas e islas flotantes que capturan perfectamente la impresionante belleza del mundo fílmico de Cameron. Incluso después de terminar el juego, estoy casi seguro de que solo vi una pequeña fracción de sus pintorescas vistas.

Ese diseño grandioso no es una forma superflua de llenar espacio; Frontiers of Pandora quiere que los jugadores realmente aprendan el ecosistema. Con ese fin, las misiones no dan marcadores exactos de seguimiento, sino un conjunto de instrucciones que indican qué puntos de referencia están cerca de tu objetivo. Un sistema de rastreo detallado ofrece información sobre cada planta y dónde encontrarla. Los árboles brillantes representan tótems que otorgan mejoras de salud o puntos de habilidad, y no están marcados con grandes iconos. Si quiero fortalecerme, debo tomarme el tiempo para conocer la tierra para moverme sin tener que recurrir a los menús, lo cual es importante considerando que el mapa es casi ilegible debido a la pequeña interfaz de usuario.

Me sentí más conectado con Frontiers of Pandora cuando debía solo sumergirme en ese espacio y vivir como un Na’vi. Mis momentos favoritos no vinieron de las misiones importantes de la historia, sino de situaciones informales en las que me lanzaba hacia el suelo montado en mi Ikran volador y planeaba sobre la superficie de un lago para que atrapara peces que restauraban energía con su boca. En ese sentido, es mejor disfrutarlo como un juego de supervivencia en la naturaleza, teniendo que lidiar no obstante con un confuso sistema de gestión de energía que requiere que los jugadores se alimenten constantemente. Si Frontiers of Pandora se adentrara confiadamente en ese estilo para crear una versión temática de Avatar, similar a algo como Subnautica, sería la adaptación perfecta. Pero bueno, lamentablemente la experiencia tiene otra cara adicional.

Aunque hay un espíritu inventivo en el diseño centrado en los Na’vi, Frontiers of Pandora es decepcionantemente carente de imaginación en otras áreas. Sus momentos serenos de plataformas naturales se ven interrumpidos por disparos en primera persona que parecen sacados de otro juego que luce, huele y se siente similar a Far Cry.

Frontiers of Pandora clona el ADN de esa franquicia para construir la base de su acción más grandilocuente, y lamentablemente trae abajo todo lo que se había construido anteriormente. La mayoría de las misiones principales me urgen a infiltrarme en una base RDA con el fin de sabotear sus operaciones contaminantes del mundo, hacer volar oleoductos y cerrar válvulas de gas. Cuando juego sigilosamente, de repente me convierto en una máquina de matar, disparando flechas a humanos desprevenidos. Y cuando las cosas se ponen ruidosas, saco mi rifle de asalto y vacío cargadores en un pequeño grupo de mechs. Definitivamente es un cambio radical respecto a la pacífica exploración que me había cautivado.

No es que el ciclo de full acción no sea divertido. El combate se basa bastante en la franquicia Horizon de Sony con un satisfactorio arco que me permite eliminar a la RDA con precisión mortal. Las misiones en puestos avanzados también proporcionan momentos emocionantes de sigilo, mientras escalo torres mecánicas y detengo operaciones militares en silencio como una sombra. Mi problema va a que todo esto parece tan incongruente con lo que predica el resto del diseño. Estoy eliminando hordas de humanos sin preocuparme, prendiéndolos fuego al explotar barriles explosivos, o electrocutando al piloto de un mech lanzando una lanza electrificada entre sus ojos. Siento que nunca termina de encajar una cosa con la otra.

Frontiers of Pandora tiene una sólida introducción narrativa que prepara un viaje complicado para un héroe que reclama su herencia robada. Pensé que en algún momento me desharía de las herramientas de mis opresores, dejando de lado mis escopetas y lanzacohetes por armas Na’vi. Pero la historia no hace mucho con esa configuración inicial. Cuando estoy en Pandora, no paso mucho tiempo desaprendiendo mis hábitos humanos y abrazando mi herencia. Soy un híbrido hasta el final, disparando a oleadas de humanos, e incluso a manadas de animales salvajes cuyos cuerpos rezo después de llenarlos de balas, en enormes enfrentamientos. Mi trágico pasado parece existir como una forma conveniente para mantener la violencia armada en primer plano.

Igualmente, agotador es la naturaleza inflada y estandarizada de la estructura de Frontiers of Pandora. Al igual que Assassin’s Creed o Far Cry, Pandora está repleta hasta los topes de “contenido” para que los jugadores más obsesivos lo exploren con el tiempo. Hay un exceso de misiones secundarias por descubrir, bases por conquistar y botín por recolectar. No obstante, eso no es inherentemente negativo. Cuando no estoy intentando tachar lugares de una lista, hay una satisfacción al descubrir puntos de interés natural escondidos en un denso mundo. Cuando me encuentro con un tótem de los Na’vi en la naturaleza, se siente como si realmente perteneciera al mundo. El sólido diseño del mundo hace que ese ciclo de descubrimiento sea menos artificial.

Algunos elementos del género aquí se sienten obligatorios, como si estuvieran ahí para marcar elementos de un diseño rígido. Esto es especialmente cierto en su sistema RPG supeditado a ser un looter-shooter, donde Frontiers of Pandora resulta irritante. Al igual que en un MMO de servicio en vivo, constantemente recojo nuevo equipo y modificaciones con diversos grados de rareza y algún número de poder asociado. La fuerza del equipo dicta mi nivel de poder general, que determina si soy lo suficientemente fuerte como para enfrentar una misión. Sin embargo, es una estadística engañosa. Un arma demasiado poderosa puede inflar mi nivel, haciéndome sentir demasiado confiado mientras entro en un tiroteo para acabar completamente acribillado debido a mis defensas débiles. Encontrar equipo adecuado también es una molestia, ya que las misiones secundarias ofrecen recompensas inconsistentes y el crafting constante resulta tedioso.

Todo esto resulta inconsistente con el código de los Na’vi, incluso en una tienda de cosméticos que permite a los jugadores personalizar su personaje con microtransacciones. ¿No se supone que debo tomar solo lo que necesito en lugar de acumular mods de armas raras y sillas de Ikran? Frontiers of Pandora es, irónicamente, un avatar en sí mismo; intenta meterse en la mente de los Na’vi, pero el piloto de ese cuerpo es innegablemente humano.

Por supuesto, es posible ignorar todos estos problemas y disfrutar del espectáculo en general. Pocos mundos abiertos son tan animados y acogedores como Pandora, con sus ricos detalles y colores vibrantes. Tampoco hay escasez de emociones gracias a intensos tiroteos en escenarios de gran presupuesto. De esa manera, Avatar: Frontiers of Pandora es, básicamente, un avatar perfecto: grandilocuente y tan innegablemente bello que quizás nada más realmente importe.

gamecored score 7

Esta reseña fue escrita luego de jugar una copia digital de Avatar: Frontiers of Pandora brindada por Ubisoft para PlayStation 5.

PUNTOS BUENOS

Hermosa recreación de Pandora. El gameplay Na'vi es bastante reflexivo y acorde al lore de la franquicia. Los elementos de sigilo son tensos. Las actividades, como parte del mundo natural, son increíbles.

PUNTOS MALOS

El manejo de armas se siente fuera de lugar. La historia nunca cumple con la premisa. Diseño bastante inflado. El sistema looter Shooter es estresante.

CONCLUSIÓN

A pesar de lo muy bien que está estructurado el mundo de Pandora, Avatar: Frontiers of Pandora no puede dejar de lado su naturaleza humana el tiempo suficiente para honrar adecuadamente a los Na'vi.