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Los remakes live action de Disney, de sus clásicos animados, prácticamente se han vuelto un subgénero aparte a estas alturas, entregándonos sus propios elementos narrativos y su gran destello visual. Y aunque la tendencia comenzó con Alicia en el País de las Maravillas en el 2010, no fue hasta Cenicienta que estas producciones comenzaron a seguir una fórmula reconocible. De hecho, la última adición al catálogo, Aladdin, trata de re-imaginar la versión animada de 1992.

Pero siento que eso no queda ahí, puesto que al igual que Dumbo o La Bella y la Bestia, Aladdin intenta “corregir” algunos de los aspectos de su material original. Y a diferencia de los live action que llegaron antes, esa fórmula funciona mucho mejor con Aladdin de lo que podría haber esperado. La nueva película es un recuento jubiloso y enérgico de Disney que estuvo a punto de lograr actualizar con éxito la versión animada clásica, sino fuera porque algunos elementos no se sienten del todo “mágicos”.

A nivel argumentativo, el Aladdin de acción en vivo generalmente sigue un camino similar a la película animada de 1992. Sin embargo, el director Guy Ritchie y su colaborador John August (quien frecuentemente colabora con Tim Burton), hacen algunos cambios que permiten que el primer acto fluya más rápido y de manera más eficiente en esta nueva versión.

Específicamente, siguiendo el prólogo musical “Noches de Arabia”, la película avanza hasta presentarnos a Aladdin (Mena Massoud) y su encuentro con la princesa Jasmine (Naomi Scott) en las calles de Agrabah, para luego incorporar el número musical “Un Salto Adelante”. Esto permite que el remake haga un buen trabajo al presentarnos muchos aspectos de la vida de ladrón del protagonista, de la misma manera que lo hizo la versión animada. Pero al mismo tiempo se sumerja de lleno en el romance entre Aladdin y Jasmine, estableciendo así la conexión entre la pareja. Entiendo que la idea aquí es economizar muchos de los recursos argumentativos y, para mí sorpresa, funciona orgánicamente.

Como resultado, el remake pierde poco tiempo para llegar a su mejor parte, las escenas con Aladdin, Jasmine, el Genio (Will Smith) o con la doncella de Jasmine, Dalia (Nasim Pedrad, interpretando un personaje original). Aquí es también donde la película realmente encuentra su ritmo, gracias a una combinación de escritura robusta y un excelente reparto.

Masud hace un gran trabajo interpretando a la “rata callejera”, mostrándonos el lado más pícaro de Aladdin, pero sin perder la sensibilidad que hizo del personaje uno de los más populares del catálogo Disney. Pero debo, por sobretodo, resaltar la química entre Masud y Scott, la cual brinda al noviazgo la chispa necesaria para que el espectador se emocione e invierta con seguridad sobre estos dos personajes.

Se nota bastante el esfuerzo de Scott por intentar plasmar una versión bastante convincente y actualizada de Jasmine. Los esfuerzos de la película por modernizar el personaje, al hacerla más políticamente activa e informada, son mucho mejores que otros intentos recientes de actualizar a las queridas heroínas de Disney. Y mientras que Dalia es un personaje de apoyo, sirve bastante bien como un buen complemento para Jasmine, y su amistad ayuda a desarrollar la personalidad de la protagonista.

Cuando pensamos en la película original y lo que uno esperaría de un remake o de un live action, es imposible no imaginar una participación igual de memorable que la del Genio dela lámpara. Will Smith, como era de esperar, trae su mezcla habitual de arrogancia, encanto y mucha emoción al papel, la cual hace un gran trabajo para diferenciarlo del personaje icónico de Robin Williams en la película animada. De hecho, su interpretación solo flaquea realmente cuando deja de hacer lo suyo (rapeando o dando consejos románticos como si estuviera protagonizando Hitch 2) e intenta emular los aspectos más únicos de Williams.

Hablando de eso, los efectos CGI utilizados para transformar a Smith en el Genio son mucho mejores que los primeros que pudimos ver en el marketing inicial. Las imágenes de la película en general son bastante lujosas, gracias al diseño de producción quienes se esforzaron bastante al intentar llevar a la vida a Agrabah. Estéticamente, hay momentos en que el mal hábito de Ritchie de presentar encuadres desiguales y algunos problemas de edición se presentan aquí, pero su característico estilo de cámara lenta y rápida beneficia en gran medida las secuencias de persecución de la película y les da un toque realmente interesante.

Esto nos lleva al mayor problema de Aladdin, su villano Jafar (Marwan Kenzari). Mientras que el remake aspira a darle mayor profundidad a su antagonista al forzar su motivación para ir tras la lámpara y revelar su historia de fondo, termina haciéndolo menos interesante y extravagante que el original. Lo mismo sucede para Iago (Alan Tudyk), quien al mantenerse bastante contenido, no muestra mucha de la gran personalidad que pudimos ver en el ave de la película de 1992.

Hacia el final, creo que esos son los detalles que reflejan el problema principal con el remake. A pesar de todo el espectáculo llamativo y los números al estilo de Bollywood, los intentos de la película para hacer que este clásico cuento de hadas se sienta más realista, lo terminan obstaculizando y evitan que se eleve a mayores alturas. Dejando así, mucha de su “magia”, de lado.

Sin embargo, en conjunto, Aladdin se ha convertido en uno de los remakes live action de Disney más agradables hasta el momento, y sus diferencias con la versión animada (especialmente la eliminación de los estereotipos étnicos y los elementos más descaradamente racistas) funcionan en gran medida a su favor. Sí, el producto sigue siendo un filtrado del folclore y la cultura del Medio Oriente a través de la lente de un gran éxito de taquilla estadounidense, pero también lo fue la película animada original, y la representación proporcionada por la nueva versión es muy necesaria en el panorama actual de Hollywood.

A los aficionados al cine que se han cansado un poco de la nueva fórmula de estas películas live action, les podría costar un poco más que a los demás el dejarse llevar por todo lo que esta producción tiene para ofrecer. Pero los que amaron la versión animada podrían sorprenderse gratamente por lo mucho que les gustará esta nueva versión. Puede que no sea “un mundo ideal”, pero por momentos sí daba la impresión que lo fuera.

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Johann Aldazábal

Director Editorial | Analista de la industria de los videojuegos y el entretenimiento | Psicólogo Clínico | Músico amateur, geek, cinéfilo.