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Disney es una máquina incansable, así lo demuestra la inmensa cantidad de producciones que la casa del ratón ha venido produciendo a lo largo de los años. Y la cosa se ha acelerado aún más con el remake de muchas de sus películas clásicas, pero ahora en un formato live action que intenta re-capturar “la magia” de antaño.

Si bien muchos de esos intentos han resultado en estupendos éxitos, comercialmente hablando, no todos han tenido la misma suerte al ser calificados a través de la lente del espectador. Es en ese marco que ahora se abre camino el remake de El Rey León, quien llega a los cines 25 años después de que la película original conquistara al mundo respaldándose de una excelente narrativa que supo muy bien balancear los elementos dramáticos con los cómicos, además de una banda sonora que retumba en nuestros cerebros hasta el día de hoy.

En ese sentido, como en cualquier otro remake que se respete, la valla más alta de superar es consigo mismo. La película original es tan entrañable que realmente representa un fantasma totalmente atemorizante ante cualquier producción que quiera seguir sus pasos, algo que es fácilmente comprensible. Entonces me pregunto, ¿cómo empezar a lidiar con un reto de ese calibre? Ante ello algunas opciones gravitan rápidamente por mi mente.

La primera de ellas es intentar brindar un enfoque claramente distinto para que la nueva película, a pesar de ser un remake, consiga méritos por ella misma y no seguir cargando con el peso de la original. Con ello no digo que nos alejemos de Simba, ya que después de todo la película se llama El Rey León y no La Reina Leona o el El Rey Jabalí. Pero considerando que estamos en un tiempo totalmente distinto al de la película de 1994, podríamos imaginar que es más factible incluir, de manera orgánica, otros arcos narrativos que puedan servir en función de la trama principal. Todo ello con el fin de brindar algo más de sustancia y variedad, además de mostrar cierta frescura a una historia que conocemos de principio a fin.

Algo muy similar se hizo con Aladdin, película que cambió de manera correcta algunos elementos para que se sienta más acorde a los tiempos modernos, además que nos dio algunos giros inesperados y raros pero, en última instancia, bienvenidos. Obviamente hay muchos casos en lo que esto no funciona del todo (Planet of the Apes del 2000, Godzilla de 1998, Carrie del 2013), donde todo se eleva de manera tan exagerada que pierde toda noción del componente original.

La segunda opción, y la más sencilla dicho sea de paso, es mantener la película fiel a la original en todo sentido. Eso nos conlleva a tener una película prácticamente exacta en cuanto a diálogos, tomas, personajes y demás. Esto es algo que en teoría debería funcionar pero que en la práctica el resultado puede ser muy diverso y no necesariamente positivo (¿alguno recuerdo el remake de Psycho de Gus Van Sant?). El problema de esto es que lidiar con este tipo de enfoque limita mucho la creatividad de la producción, además que hacia el final no se gana absolutamente nada nuevo en términos narrativos y todo queda supeditado a lo meramente visual.

El remake de El Rey León se ajusta mucho más a la segunda opción, donde claramente el gran valor de esta nueva versión es lo impresionante del nivel gráfico adquirido. Tanto ha sido mi admiración ante lo visual que creo que este avance tecnológico es, definitivamente, un hito en la historia del cine y que será referencia de muchas futuras producciones. Luego del estreno de la película, Jon Favreau, el director, comentó que todo había sido generado a través de computadoras, y que en efecto nada de lo que pudimos ver respondían a elementos reales. Entonces, cuando me pongo a pensar en el juego de cámaras que muestra toda una sabana repleta de animales, desde los más grandes como manadas de paquidermos, hasta una línea de hormigas que trabajan incesantemente por el bien del hormiguero, no puedo nada más que maravillarme por los hermosos recursos visuales de los que se compone este largometraje. No obstante, todo esto llega con un precio.

Sí. El Rey León luce espectacular y, probablemente, sea una de las películas con mejores visuales de la historia. Pero lamentablemente es solo eso, no hay ningún otro elemento por la que se destaque necesariamente frente a la original. Si bien el tema visual es su mayor ventaja, de alguna manera también se convierte en su talón de Aquiles.

Déjame elaborar esa idea de manera más detallada. La noción de tener animales realistas dentro de una película “live action” (la verdad es que no se si cuenta como live action considerando que todo es CGI) puede llegar a ser muy limitante, ya que no puedes pedirle a un animal que emule emociones y sensaciones más allá de las que naturalmente posee en su rango. Es este realismo el que contrasta mucho con su versión de 1994, en la que por su naturaleza animada, los animales pueden tomarse las libertades de mostrar piruetas, facciones y gestos mucho más antropomórficos y que, hacia el final, suman y le dan peso a los elementos dramáticos y cómicos. En comparación, el remake no puede hacer eso y lo que vemos en pantalla se acerca más a una producción de National Geographic. En ese sentido, visualmente luce espectacular, pero no esperes encontrar mucha “magia” en este producto superficial.

Otro detalle a rescatar es el nivel de las actuaciones. Si bien todos han estado bastante bien, son algunos los que se destacan considerablemente. Billy Eichner y Seth Rogen como Timón y Pumba, respectivamente, se roban la película desde su ingreso y es que su participación le vuelve brindar a la narrativa el humor necesario ante el drama shakesperiano. Es más, no se hasta que punto se les fue permitido improvisar en ciertos momentos, ya que sin duda hay ciertas líneas que se distancian del material de origen y que se sienten bastante actuales, haciendo uso del humor de los conocidos actores. De la misma manera, la interpretación de Chiwetel Ejiofor como Scar es brillante, haciendo que cada una de sus frases se sientan realmente atemorizantes, brindándole así mucho peso a su rol como villano. Eso sí, la película original contó con un número musical entre Scar y las hienas que no se porqué fue omitido en el remake, definitivamente me quedé con las ganas de oírlo.

También es importante señalar que el trabajo de Donald Glover es bastante bueno y que tiene un bonito timbre de voz que hace que la música, en compañía de Rogen y Eichner, suene realmente bien. Pero al igual que con Beyoncé Knowles, su participación se siente poco utilizada al ser presentados muy adelante en la historia. Evidentemente, es imposible no mencionar al legendario James Earl Jones quien regresa como Mufasa para el “live action”, brindando todo su majestuoso peso actoral como lo hizo con la película animada original.

Como lo mencioné hace poco, la música es otro elemento que está bastante bien conservado y todos los actores demuestran un buen registro y dominio de sus voces. En ese sentido, es imposible no emocionarte con el clásico Hakuna Matata ya que evoca recuerdos muy bonitos de otra época de nuestras vidas, además que suena realmente bien. Tanto así que estoy convencido de que conseguiré el soundtrack para volver a escuchar la música eventualmente. Pero como también mencioné anteriormente, todos estos recursos y elementos (la música, la interpretación actoral), siguen siendo tan buenos como el producto original, pero no se elevan más allá de eso, dejando que el aspecto visual sea lo único realmente distinto y rescatable de esta versión.

Definitivamente, creo que trabajar y tratar de “mejorar” algo que fue realmente bueno es una tarea muy difícil, muchos encuentran el error intentando brindar un enfoque totalmente exagerado llevando el concepto a distancias que se vuelven ridículas (el Joker de Heath Ledger con el Joker de Jared Leto). O, por otro lado, manteniéndose muy de cerca al original haciendo que el remake no tenga ningún reto aparente al respaldarse siempre a lo seguro. Y eso es lo que sucedió con El Rey León.

La película es muy divertida y no tengo ninguna duda de que recaudará mucho dinero convirtiéndola en un éxito financiero. Después de todo, creo que todos deberían ir al cine a apreciar el gran adelanto técnico que es capaz de traer a la vida un escenario lleno de flora y fauna que hemos visto en los trailers. Del mismo modo, también estoy muy seguro que esta nueva versión es una gran opción de presentar a El Rey León a las nuevas generaciones y crear así un grupo nuevo de fans que se maravillen ante la historia de Simba.

Sin embargo, para aquellos que pudimos ver la original, creo que será bastante sencillo el poder observar en dónde es que la película no logra re-capturar la magia de la que hablábamos al inicio. A pesar de todos los grandes recursos, elementos y logros de esta nueva versión, El Rey León es un espectáculo visual, eso nadie lo duda, pero también es posible ver cuán aterrado ha estado por su fantasma del pasado al no arriesgarse y preferir quedarse en su zona de confort.

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Johann Aldazábal

Director Editorial | Analista de la industria de los videojuegos y el entretenimiento | Psicólogo Clínico | Músico amateur, geek, cinéfilo.